domingo, 21 de junio de 2020

A LA MEMORIA DE MI PADRE


Postrado ante Dios en este nuevo día

Le agradezco el milagro de la vida,

Es por su obra que estoy en este tiempo

Por su designio me regaló mis padres

Con tres hermanas, en un hogar modesto;

Nos formaron en la fe y en la doctrina

Nos educaron para seguir su buen ejemplo.

 

Fue nuestro padre un señor, un buen ser humano

En esencia un humilde campesino

Que se esforzó para darnos pan y techo

Y nos quiso construir futuro digno.

Todo un experto al cultivar el campo

Observador del tiempo y de sus signos

Con su fuerza superaba adversidades

Y con sus pasos dio brillo a los caminos.

 

Fue un artista que sus obras dibujó con el arado

Coloreo el paisaje plantando sus semillas,

La naturaleza les puso la lluvia, el sol y el aire

Preciosos tonos les dio la clorofila;

Al madurar los frutos brillaron como el oro

Y retornaba cada ciclo de cosecha a su rutina.

 

Me enseñó las letras, fue el mejor de mis maestros

Los útiles compró y me llevó a la escuela,

Sabía aritmética, sabía de ortografía,

Estaba presto a ayudarme en las tareas;

Lecturas de fábulas y cuentos compartía,

En coplas y leyendas vi su alma de poeta.

 

Con dotes de músico el tiple acariciaba

Disfrutaba la radio con las nuevas melodías

Y silvando con la brisa y los pájaros silvestres

Adornaba el espacio con hermosa sinfonía.

Se mostró arrepentido algunas veces

Al hablar de los errores de su vida

Insistiendo en la paz y la prudencia

Como pilar de convivencia y armonía. 

Con revistas y plegable nos mostraba

Que la patria es pedestal de gran respeto;

Admiraba personajes, oía los noticieros

 Me enseñó pasajes de la historia de Dios y de mi pueblo.

Tenía fotografías de sus viajes y aventuras

En un álbum que guardaba con recelo

En el viejo baúl de sus recuerdos.

 

Conforme a los recursos que tuvo disponibles

Actuó además como un guía de turismo

Nos llevó a conocer templos, parques y ciudades

Y con historias referenciaba los caminos

De nuestro entorno recorrimos los parajes

Y aprendimos a ubicar y respetar cada vecino.

 

Con nostalgia y amor a mi papá recuerdo

Y hoy trato de plasmar sus cualidades…

En estos versos francos y sencillos

Muchos verán la figura de sus padres

Con gratitud, y mil acciones de respeto

Sentirán que es homenaje colectivo.

 

Y así con sufrimiento, con su ejemplo y con su vida

Dejó marcado con fe nuestro camino.

La vida sigue, y como el ciclo de cultivos

Comparto el hogar con la mejor esposa

Y soy papá de los mejores hijos.

 Mando un abrazo, que quiero, llegue al cielo

Para ese ángel que descansa y que no olvido.

    

FELIZ DIA DEL PADRE!


miércoles, 17 de junio de 2020

DEL CONCIERTO AL DESCONCIERTO



 Relato anecdótico.

Los campesinos y los artistas del municipio ya tenían agendadas en el calendario cada año, algunas actividades culturales en las que estaban llamados a participar. Tales eran: las tardes de aguinaldo, la fiesta del campesino, el día de la madre, las fiestas patrias que tenían gran realce y los bazares que se organizaban en el área urbana y las veredas.

Finalizaba la década de los setenta. Muchos jóvenes que habían emigrado, volvían con alegría en estas ocasiones llevando sus nuevas prendas adquiridas, grabadoras, discos o cassettes con las últimas tendencias musicales, algunos billetes en el bolsillo y un cargamento de abrazos para sus amigos y las chicas que volverían a ver después de algún tiempo.

En esa ocasión, se celebraba la Fiesta del Campesino. Recuerdo que el padre Juan celebró una misa campal, desde una tarima de aproximadamente seis metros cuadrados que hicieron en el corredor de la casa cural, a una altura aparente de un metro con cincuenta centímetros.

No fue fácil armar ese escenario porque se carecía de materiales: sobre soportes de madera amarrados con lazos y rejos, colocaron unas hojas de tapial. (Estas eran placas de tablas apuntilladas resistentes que servían para construir las paredes de tierra o de tapia pisada). Instalaron el viejo amplificador de tubos de La Parroquia o de la Alcaldía, un micrófono pesado que podía usarse con o sin base, algunas cornetas y el resto era buen ambiente y buena voluntad.

Hubo discursos y aplausos dentro de un programa cultural en el que los protagonistas fueron los mismos campesinos. Por alguna esquina aparecieron Los Hermanos Martínez con sus instrumentos, dieron una ronda corta y se fueron a buscar sombra en la tienda de Pachito, a afinar las cuerdas y tomarse unas cervezas para preparar la garganta. Tras ellos se fue todo un combo de ansiosos fans que gustaban de su repertorio.

La llegada de los Martínez a Cheva o a Jericó, no pasaba desapercibida porque se admiraba su calidad de interpretación en géneros musicales contemporáneos de Colombia, por eso los maestros de los conjuntos locales querían integrarse con ellos largos ratos para compartir su sabiduría y su destreza. Igualmente se contaba con ellos para serenatas y veladas.

En la tarima, hubo sainetes, coplas cómicas a montón y dirigidas para la ocasión, conjuntos musicales de las veredas, El Conjunto del Centro, niños que declamaban y grupos de danzas a los que teníamos que abrirles espacio en la calle pavimentada, porque el escenario era insuficiente. Ufff! En esa época, había mucha participación, espontaneidad y talento.

En la tienda de Pachito el ensayo seguía. Solamente interfería el sonido de la cerveza al ser destapada. Se les ocurrió agrandar el grupo: llegaron más instrumentos de cuerda, guacharacas, maracas o capachos y Pacho para hacerse parte no consiguió más que una botella de vidrio vacía y llevaba el ritmo percutor con un destapador metálico.

Y bueno… llegó el momento…

-          Vámonos güevones, que ya nos corresponde el turno.

Estaba bonita la función, y yo estaba con los niños de similar edad en primera fila. Anunciaron a Los Hermanos Martínez y cuando subieron a la tarima, ésta se quedó pequeña para tanto artista. Eduardo, Joaquín, Julio y muchos más, y en un extremo, Pacho con sus gruesos lentes, con el destapador y la botella, con su rostro alegre y chapiado, que revelaba algún grado de inestabilidad por las cervezas consumidas.

Interpretaron un vallenato punteado en guitarra y recibieron los aplausos del público y bajo ellos chirriaba la armazón de palos. Por supuesto que los músicos se agitaban rítmicamente. Anunciaron la siguiente canción, estimularon al público que saliera a bailar y el alcalde y sus empleados brindaban copas de aguardiente. Sin lugar a dudas la presentación de los hermanos Martínez subió el estado de ánimo.

Inesperadamente se cayó la tarima. Crujieron las tablas, de un tiple saltaron astillas, se oyó el golpe sordo de cuerpos pesados contra el piso, unos sobre otros procuraban levantarse en medio de quejidos y exclamaciones y algunas risas en el público. En medio del polvero levantaron unas guitarras ilesas, muy cerca a donde estábamos los niños asustados. Vimos a Pacho que estirado en el suelo pareció más grande. Apenas se sintió en el aire, las gafas volaron, agitó la mano pero no soltó el frasco y al caer lo estrelló sobre el baldosín de colores, salieron pedazos de vidrio en todas las direcciones.

Algunos comenzaron a incorporarse entre las tablas desordenadas, otros seguían en el piso. En medio del caos, Pacho se levantó, sacudió la cabeza, y con una expresión facial que aún revelaba la sorpresa del accidente y sin preguntarse cómo estaban los compañeros del conjunto me vio y dijo:

-          Pedrito, vaya ligero… dígale a mi mamá que me mande otra botella!


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Derechos Reservados Copyright © 2020
Pedro Nel Pineda Gómez.


Imagen: De la Internet


martes, 16 de junio de 2020

MORIR DE PIE


Erguido está a la orilla del camino
Un sólido cuerpo de marfil envejecido
Extendiendo abrazos a la brisa fría
Robusto tronco con antenas al olvido.

Raíces muertas sostienen su esqueleto
Es un cadáver forestal erguido
Que contrasta con el prado ahora verde
Que contrasta con el piso vivo.
  
No cuesta imaginarme sus frondosas ramas
Que fueron soporte de variados nidos
Que dieron sombra a muchos caminantes
Que fue el refugio de tantos peregrinos.

Cuántos actos de amor, odios o agravios
De nuestra historia él sería testigo?
El viento seco le robó las ramas
Y la neblina le talló el vestido.

Con los años que han pasado y sigue firme
Como un vigía a la orilla del camino
Con muchos recuerdos enredados en los brazos
Un héroe centenario que venció al destino.

Ya quisiera ser como ese árbol juncalero
Que fue esquivo a la sierra y al cuchillo
Que sostuvo arriba sus brazos, sus banderas
Para no ser leña del fogón vecino.

Ya quisiera ser como ese árbol jericoense
Que al futuro desafía con necróticos tejidos
Sin arriar las banderas, sin dejar la lucha
Y morir de pie a la orilla del camino.


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Derechos Reservados Copyright © 2020
Pedro Nel Pineda Gómez.


Fotografía: Palo Seco Vereda Juncal, Jericó
Archivo personal.

UN FALSO EN EL BAZAR



Sub - genero: Cuento


El tambor interrumpió el bullicio del mercado en la esquina de la Alcaldía, y de inmediato dejaron de comprar los chocatos de capellada blanca y el fique en manojos en el puesto de don Trino, la sal donde doña Leonilde, las anilinas y las agujas a los cuchanos sativeños, y todos se pusieron alerta ante el anuncio, pues ese ritmo marcaba una señal ya establecida.- Va a comenzar el bando.
Y se fueron agolpando frente al balcón de la Alcaldía donde el comisario terminaba el toque del tambor con un golpe seco.- Va a haber bando, ya ta el primero.
Unos minutos después el comisario volvió a tocar el tambor y remató con dos golpes secos, indicando que era el segundo anuncio y la escena se repitió para dar el tercero. Ya era una multitud la que se agolpaba frente al balcón, salió gente que estaba tomando cerveza en las tiendas, los que compraban el mercado junto con los dueños de los negocios y las mujeres que hacían el almuerzo hasta con el delantal puesto. Qué cuadro tan armonioso, era ver a las preciosas mujeres con sombrero y alpargates blancos, vestidas con camisa blanca y falda negra bajo el pañolón. Parecía que las nubes blancas que pasaban hubieran arrojado pequeños copos entre los hombres que se plantaban con sombrero negro. Al fondo los toldos se izaban como banderas a la paz.
Apareció el alcalde en la baranda y su voz espantó un mal pensamiento que se escondía tras la sonrisa de una muchacha que se ruborizó. El alcalde comenzó a dar los anuncios a garganta viva, sin utilizar ninguna clase de amplificadores, aunque ya habían comprado un equipo de tubos al vacío, estaba dañado.- Lo primero que les anuncio es que está prohibida la venta de aguardiente rastrojero o mataburros y también los sacatines o alambiques. A las personas que no hagan caso de estas órdenes se les sacará multa de veinte a cincuenta pesos, o serán castigados con jornales en las obras del pueblo, a razón de cinco pesos por cada día.
Siguió dando los avisos el señor alcalde, citando a mandatos para el arreglo de los caminos de herradura y las tomas de regadío, nombrando los capataces para cada sitio, y dijo que todos los usuarios deberían acudir cuando oyeran el cacho.- Y por último les comunico que la junta proconstrucción de la Escuela del Matorral organizó un bazar para el domingo, de mañana en ocho días, pa recolectar fondos pa empezar la obra. Habrá música de la murga de Pantano Largo, allá están alistando para venderles mute, cordero asado, papas chorriadas, chicha, cerveza y otros licores permitidos. El señor cura va a celebrar la misa a las nueve de la mañana y también se va a hacer un reinado. Todo esto se hará en el lote que ya tienen para hacer la escuela de ese sector. - y así después de casi media hora, se acabó el bando, y todos volvieron a sus actividades del mercado sabatino.
Entre el público estaban don Alfredo, don Julio, don Ariosto y algunas de las mujeres, que se dijeron, ahora si fue, ya ta anunciao. Esa semana comenzó el trajín escogiendo las candidatas al reinado, las gitanas que cobrarían por cada baile con los señores del público; la compra del cordero, la cerveza, los tabacos y los cigarrillos, la gaseosa, los dulces, la elaboración de la chicha, los juegos como la ruleta, el tejo, el bolo criollo. Apenas había gente en el sector para atender tantas actividades, y todos con mucho entusiasmo por la construcción de su escuela. Consideraban las personas de la comunidad que les quedaban muy lejos las escuelas del centro y de los sectores aledaños, ya que sus niños tenían que caminar hasta una hora para llegar a estudiar. Llegó el día del bazar, fue mucha concurrencia, el alcalde y el tesorero del municipio, el secretario, el personero, tres policías, el sacerdote que celebró la misa, y gente, harta gente que llegó a la fiesta.Salieron a bailar el tres con torbellino y coplas: ante la mirada picarona de Alfredo, doña Vibiana subió la voz para cantar:

- Yo soy la media naranja
Yo soy la naranja entera 
Yo soy muchacha bonita 
Pero no para cualquera. 

Y don Alfredo con su gesto de picardía:
- La piedra que tanto rueda
No sirve para cimiento 
la mujer que coquetea 
No sirve pa casamiento.

Casi no acaban echando coplas, cantando y bailando con los aplausos y la bulla del público. Después la murga tocó pasillos, joropos, merengues y de todo y casi a la media noche se acabó la fiesta.Al otro día, con la resaca por el consumo de licor, se reunieron para hacer las cuentas, juntaron la plata de las ventas y sacaron las cuentas del envase roto y el que se llevaron, las pérdidas y ganancias. Dijo don Alfredo con mucha ilusión: “Nos ganamos cien pesos!”Eso fue objeto de alegría y celebración. Y se vino el alegato de en qué gastarían la plata de las ganancias. Unos que comprar teja, otros que no porque todavía no había empezado a hacer las bases, otros decían que contratar el maestro para empezar a hacer la escuela con tapia pisada… La pelea que no hubo cuando estaban borrachos, casi se da por la inversión de los cien pesos. Después de todo no quedaron en nada.Al otro día don Alfredo, don Julio, don Ariosto, doña Etelvina, doña Rosa, se fueron para el pueblo a pagar la cerveza que habían sacado fiada. El Tesorero sacó la plata para pagar y el comerciante que vendió la cerveza cuando la recibió les dijo:- Este billete de cien pesos está falso, miren el color – y siguió argumentando que el papel delgado, que los números todos raros.

Pasaron el billete a otros comerciantes y todos dijeron lo mismo. El billete es falso. Y tenía que ser de cien, de la más alta denominación. “Las ganancias, - dijo Alfredo - qué cosa tan güevona, perdimos el tiempo!... Al final entre culpas y reniegos reunidos todos en el sector, quedaron de acuerdo que tenían que insistir, seguir trabajando porque al fin tendrían que hacer la escuela para los niños.

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Derechos Reservados Copyright © 2020
Pedro Nel Pineda Gómez.


FotografíaMercado Público Esquina del Bando. 
Jericó Boyacá, 1955
Álbum familiar.