martes, 16 de junio de 2020

UN FALSO EN EL BAZAR



Sub - genero: Cuento


El tambor interrumpió el bullicio del mercado en la esquina de la Alcaldía, y de inmediato dejaron de comprar los chocatos de capellada blanca y el fique en manojos en el puesto de don Trino, la sal donde doña Leonilde, las anilinas y las agujas a los cuchanos sativeños, y todos se pusieron alerta ante el anuncio, pues ese ritmo marcaba una señal ya establecida.- Va a comenzar el bando.
Y se fueron agolpando frente al balcón de la Alcaldía donde el comisario terminaba el toque del tambor con un golpe seco.- Va a haber bando, ya ta el primero.
Unos minutos después el comisario volvió a tocar el tambor y remató con dos golpes secos, indicando que era el segundo anuncio y la escena se repitió para dar el tercero. Ya era una multitud la que se agolpaba frente al balcón, salió gente que estaba tomando cerveza en las tiendas, los que compraban el mercado junto con los dueños de los negocios y las mujeres que hacían el almuerzo hasta con el delantal puesto. Qué cuadro tan armonioso, era ver a las preciosas mujeres con sombrero y alpargates blancos, vestidas con camisa blanca y falda negra bajo el pañolón. Parecía que las nubes blancas que pasaban hubieran arrojado pequeños copos entre los hombres que se plantaban con sombrero negro. Al fondo los toldos se izaban como banderas a la paz.
Apareció el alcalde en la baranda y su voz espantó un mal pensamiento que se escondía tras la sonrisa de una muchacha que se ruborizó. El alcalde comenzó a dar los anuncios a garganta viva, sin utilizar ninguna clase de amplificadores, aunque ya habían comprado un equipo de tubos al vacío, estaba dañado.- Lo primero que les anuncio es que está prohibida la venta de aguardiente rastrojero o mataburros y también los sacatines o alambiques. A las personas que no hagan caso de estas órdenes se les sacará multa de veinte a cincuenta pesos, o serán castigados con jornales en las obras del pueblo, a razón de cinco pesos por cada día.
Siguió dando los avisos el señor alcalde, citando a mandatos para el arreglo de los caminos de herradura y las tomas de regadío, nombrando los capataces para cada sitio, y dijo que todos los usuarios deberían acudir cuando oyeran el cacho.- Y por último les comunico que la junta proconstrucción de la Escuela del Matorral organizó un bazar para el domingo, de mañana en ocho días, pa recolectar fondos pa empezar la obra. Habrá música de la murga de Pantano Largo, allá están alistando para venderles mute, cordero asado, papas chorriadas, chicha, cerveza y otros licores permitidos. El señor cura va a celebrar la misa a las nueve de la mañana y también se va a hacer un reinado. Todo esto se hará en el lote que ya tienen para hacer la escuela de ese sector. - y así después de casi media hora, se acabó el bando, y todos volvieron a sus actividades del mercado sabatino.
Entre el público estaban don Alfredo, don Julio, don Ariosto y algunas de las mujeres, que se dijeron, ahora si fue, ya ta anunciao. Esa semana comenzó el trajín escogiendo las candidatas al reinado, las gitanas que cobrarían por cada baile con los señores del público; la compra del cordero, la cerveza, los tabacos y los cigarrillos, la gaseosa, los dulces, la elaboración de la chicha, los juegos como la ruleta, el tejo, el bolo criollo. Apenas había gente en el sector para atender tantas actividades, y todos con mucho entusiasmo por la construcción de su escuela. Consideraban las personas de la comunidad que les quedaban muy lejos las escuelas del centro y de los sectores aledaños, ya que sus niños tenían que caminar hasta una hora para llegar a estudiar. Llegó el día del bazar, fue mucha concurrencia, el alcalde y el tesorero del municipio, el secretario, el personero, tres policías, el sacerdote que celebró la misa, y gente, harta gente que llegó a la fiesta.Salieron a bailar el tres con torbellino y coplas: ante la mirada picarona de Alfredo, doña Vibiana subió la voz para cantar:

- Yo soy la media naranja
Yo soy la naranja entera 
Yo soy muchacha bonita 
Pero no para cualquera. 

Y don Alfredo con su gesto de picardía:
- La piedra que tanto rueda
No sirve para cimiento 
la mujer que coquetea 
No sirve pa casamiento.

Casi no acaban echando coplas, cantando y bailando con los aplausos y la bulla del público. Después la murga tocó pasillos, joropos, merengues y de todo y casi a la media noche se acabó la fiesta.Al otro día, con la resaca por el consumo de licor, se reunieron para hacer las cuentas, juntaron la plata de las ventas y sacaron las cuentas del envase roto y el que se llevaron, las pérdidas y ganancias. Dijo don Alfredo con mucha ilusión: “Nos ganamos cien pesos!”Eso fue objeto de alegría y celebración. Y se vino el alegato de en qué gastarían la plata de las ganancias. Unos que comprar teja, otros que no porque todavía no había empezado a hacer las bases, otros decían que contratar el maestro para empezar a hacer la escuela con tapia pisada… La pelea que no hubo cuando estaban borrachos, casi se da por la inversión de los cien pesos. Después de todo no quedaron en nada.Al otro día don Alfredo, don Julio, don Ariosto, doña Etelvina, doña Rosa, se fueron para el pueblo a pagar la cerveza que habían sacado fiada. El Tesorero sacó la plata para pagar y el comerciante que vendió la cerveza cuando la recibió les dijo:- Este billete de cien pesos está falso, miren el color – y siguió argumentando que el papel delgado, que los números todos raros.

Pasaron el billete a otros comerciantes y todos dijeron lo mismo. El billete es falso. Y tenía que ser de cien, de la más alta denominación. “Las ganancias, - dijo Alfredo - qué cosa tan güevona, perdimos el tiempo!... Al final entre culpas y reniegos reunidos todos en el sector, quedaron de acuerdo que tenían que insistir, seguir trabajando porque al fin tendrían que hacer la escuela para los niños.

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Derechos Reservados Copyright © 2020
Pedro Nel Pineda Gómez.


FotografíaMercado Público Esquina del Bando. 
Jericó Boyacá, 1955
Álbum familiar. 

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